domingo, 15 de marzo de 2009

De Guardianes y Sabidurias.

Quisiera que la vida no fuera un libro de acertijos con malas moralejas. Hay cosas en la vida que se repiten. Se repite la desilusión, la tristeza, y si tenemos suerte la alegría. Lo que nunca me imagine fue que una tristeza me haría tan feliz y me recordara que estoy vivo.

Pido perdón, pero tengo que ser críptico porque algunas verdades pueden lastimar mucho.

Es triste perder el sol, por soñar con una estrella. Pero un día me dije "No quiero vivir castrado por una ilusión" y abrí los ojos.

Estuve tanto tiempo mirando el piso buscando donde había perdido mi camino, que no pude ver hasta que estuve muy lejos y pude observar que eras increíblemente grande.

Tuve que alejarme y dejarte atrás para verte. Así es la vida... uno no sabe lo que tiene hasta que ya lo perdió.

Aunque a veces me sienta triste (suele pasarme), ahora puedo sonreír con tu risa y me di cuenta que estoy vivo gracias a ello. Ahora sé que puedo formar nuevos sueños, aunque sea de soles eclipsados.

Y acá estoy. Hoy voy a soñar un cuento, uno de esos con moralejas que suelo inventar cuando me peleo con el destino y tengo la fuerza para hacerle frente con un poco de sabiduría (modestia aparte)... o con mucho miedo (modestia incluida).

Espero que les guste a todos los que leen.

El árbol Guardián de la Sabiduría.

Al comienzo del tiempo, había un gran árbol Guardián de la Sabiduría. Desde joven había estado buscándola, y así fue cosechando años y desilusiones. Había visto nacer a montañas y mares, desiertos y paraísos. Siempre buscó tener la Sabiduría para enfrentarse a la vida sin miedos. Pero chocó con su arrogancia al darse cuenta de que lo único que había conseguido era solo perseguir ilusiones.

Cierta noche, lloró con tristeza al recordar todo lo que había dejado atrás. Se dió cuenta que los años no lo habían hecho mas fuerte, sino mas quebradizo. Ahora las tormentas le daban más miedo, porque cada vez las miraba más de cerca. Añoraba aquellos años cuando era un joven y poco preocupado arbolito pequeño, flexible, con una vida de sueños y fantasías por delante. Se había preocupado tanto por hallar la sabiduría que nunca la pudo encontrar. El sabía que su destino estaba escrito, que él era el Guardián de la Sabiduría, pero hasta ese momento jamás la hallo.

La buscó en todas partes... la buscó en el cielo, en el mar, en el lago, en el desierto, en la montaña, en la luna, en el sol, en cada una de las estrellas, pero parecía que no estaba por ninguna parte.

Su vida fue increíblemente larga, así como lo fue su tristeza. 23 mil años habían pasado desde que nació. Siempre buscando la Sabiduría llegó muy alto, tan alto que se dice que con una de sus ramas toco la luna y con la otra a el sol. Y así de grande fue su tristeza y miedo al no poder encontrar la Sabiduría que debía proteger y que era lo que le daría sentido a su vida. 23 mil años vivió buscando un sentido a su vida, ilusionándose a cada instante. Siempre que crecía lo suficiente como para ver mas allá de una montaña se ilusionaba con que allí la hallaría... y formaba hermosos sueños donde el era un árbol Guardián fuerte que abrazaba a la Sabiduría. En tantos años fue el guardián de muchas "sabidurías" falsas... entre ellas estaban la Arrogancia, el Egoísmo, la Neciedad. Perdió mucho tiempo con cada una de ellas... y así llego un día, donde fue tan grande el árbol que podía ver el norte y el sur al mismo tiempo, día y noche, mar y tierra, infierno y paraíso.

Triste y cansado, con el alma a flor de piel se resigno. Entrego todas sus arrogancias, egoísmos y neciedades y quiso hablar con Dios.

- Dios, lo único que quiero es saber donde esta la Sabiduría.- Pidió con tanta humildad, cariño y tristeza que Dios le respondió. - La sabiduría siempre estuvo a tu lado, pero solo ahora que la buscas con humildad y amor la verás.

El árbol finalmente encontró la sabiduría para enfrentarse a la vida, al caer. Tuvo que caer de lo más alto, después de haberlo visto y vivido todo. Cayó hasta la tierra que era su madre y allí estaba la Sabiduría. Siempre había estado con el, a su lado. Fue tanto lo que creció que no supo verla porque era muy pequeña. Pero ahi estaba y aunque pequeña el la veía enorme, inalcanzable junto a un pequeño árbol de no mas de 2 metros que la abrazaba. Entonces, miró al cielo, y pidió a Dios solo una cosa "Dios, hazla feliz".

Y así fue como el Árbol Guardián cuido de lejos a la Sabiduría, humildemente, con cariño y ternura, solo con la mirada.

A veces el ir y venir de esta vida hace que no veamos lo que tenemos mas cerca nuestro hasta que es tarde. O quizás no sea así... quizás aún haya tiempo. Encontrar la felicidad en la Sabiduría de poder vivir con amor y humildad es un buen comienzo.

Yo, como el árbol, le pido a Dios lo mismo, "que sea feliz"... pero como el árbol deseo "que sea conmigo".